Fragmentos de terrazas II

Pose ignorada

– Tú no miras a los ojos – dice la chica retadoramente mientras da vueltas a un café con leche casi extinto.
– No es eso. – dice el chico bajando la cabeza y algo nervioso – Es que no puedo hacerlo.
– ¡Anda ya! – dice la chica reclinándose en la silla y al instante cambia su gesto por una mueca de extrañeza.
– Es que… no te lo puedo contar… – el chico duda y levanta la mirada aguantando sólo un instante la mirada de la chica – Es que hace años me operaron de este ojo. – y señala su ojo izquierdo.
– Vamos, Luis. ¡Por favor! – suelta exasperada la chica.
– Noo. Que es en serio. – dice el chico algo nervioso intentando apaciguar a la chica – Que si miro fijamente durante mucho rato seguido se me va este ojo. – añade señalando su ojo izquierdo – No me gusta nada cuando me pasa eso.

Surge un incómodo silencio durante el cual la chica intenta ver si el mencionado ojo tiene algo extraño y el chico evita a toda costa cruzar su mirada con la de la chica.
Bah, de eso ni te das cuenta. – dice la chica quitando hierro al asunto – Eso es porque tú lo dices.
– Que no tía. – replica algo ofendido el chico – Que me lo dicen mis amigos. «Que me mires cuando me hablas» me dicen. – añade bajando cada vez más la voz – Se me pone todo bizco…

La chica continúa con la mirada clavada en los ojos huidizos del chico durante un momento. Resuelta y algo harta dice su última palabra.
– Eso es que tus colegas son unos cabrones.

Banda Sonora recomendada:
No mires a los ojos de la gente x Golpes bajos Golpes Bajos (1983).

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Fragmentos de calorcito y terrrazas para días en los que parece que nunca amanece.

Vértigo (Entre los cadáveres)

En estas fechas tan señaladas en el calendario con números rojos para que los más creativos construyan puentes, no queda sino que acordarnos de los cadáveres. No de los difuntos, ni de los fallecidos, ni de tus muertos tan siquiera. Hay que acordarse de ellos, de los cadáveres que nos rodean.

Dicen que hay gente que se mueve entre muertos. Vivos (que no listos) que se dan cuenta de repente de que están rodeados de cadáveres. Para más INRI, resulta que les hablan, pero se les entiende a medias. Están como recien levantados, diciendo lo primero que se les viene a la cabeza, balbuceando y repitiendo las cosas que sabían hasta que un día, por desidia, se cavaron su propia tumba y se echaron a morir. Con vívida lividez campan a sus anchas por las calles; conducen coches, van a trabajar, compran casas y caminan presurosos disimulando su cadavérica esencia. Los vivos tienen dudas porque a veces, quizá demasiadas, se sorprenden contemplándose al espejo con la misma mirada vacía con la que miran los cadáveres que se cruzan en su camino. Es entonces, en ese instante, cuando surge el vértigo del vivo que duda sobre su existencia. Algo huele mal en Dinamarca

Dime, dime, calavera ¿Qué me espera esta noche?..

También, el vértigo llega cuando no hay espejo. El vivito y coleante se siente como en un páramo de masa terrosa o embarrada (según gustos y colores) rodeado por todas partes de cadáveres que no cejan en su empeño de repetir metódicamente los actos y rituales que les hacen sentir menos muertos. Tientan e incitan al vivo a que les acompañe. Que no sea tan raro, que ser cadáver les sienta tan bien… En suma, el vértigo de los vivos ante los cadáveres es fundamentalmente miedo a ser un cadáver y no darse cuenta.

Luego están los que resucitan de su cadaveréz. Normalmente más que vértigo, sienten miedo y cierta pesadez porque sus anteriores compañeros de cadaveradas se les echan a la espalda. Desde su posición de mochila-fiambre, indican al nuevo vivo que o bien, les lleve a otro lado (que lo haga por todos los años que llevan compartiendo tumba) o que no les abandone. Pocos sobreviven a estar vivos en estas circunstancias. Sólo los más fuertes son capaces de zafarse de los asombrosamente recios brazos de los cadáveres.

Ser cadáver o ser vivo. Esa es la cuestión.

Banda Sonora recomendada:

  • «Monstruos» x Siniestro ToTal – Popular Democrático y Científico.
  • «La otra orilla» x Los Enemigos – La Cuenta Atrás

Casémonos

Sí, quiero. Casémonos mañana. Tú y yo. Bueno, mañanana no, Las Vegas nos pilla un poco lejos. Para cuando quede libre alguna iglesia entonces. Creo que hay alguna por la zona. Pero, si eso, mejor en una de las viejas; son más iglesias que esas que hacen en los bajos de los bloques de pisos. Si parecen peluquerías, por Dios. Es por los abuelos, ya sabes, son muy tradicionales. Además, ¿qué clase de boda sería sin fiestón? Je, je, la última antes de ser esposo y esposa. Je, je… sí…


Es que casarse es lo mejor que te puede pasar. Lo dicen hasta las canciones…
[pulsar+escuchar+gozar]

Es el estado ideal del ser humano y de la sera humana. Lo dice la tele… ya sabes, y si lo dice la tele es que es verdad. Creo que en la radio también, pero ya ves tú ¿quién escucha la radio? ni que fuese un viejo. Y viejos seremos cuando la muerte nos separe. Je, je. Toda la vida. Hasta el final…

Sí, amor, por supuesto, faltaría más (o menos). áQué bonito el amor! ¿eh? y eso a pesar de los años. Sí, como el primer día. Si lo cuidas y alimentas no se crea ni se destruye, sólo se transforma. Lo decía Eisenstein. Casarnos es lo que necesitamos para olvidarnos de los demás y que la gente no nos moleste y nos invite a sus casas.

La mente centrada en el amor

Nos casaremos, sí, quiero. Sé que el malestar se va a acabar. El matrimonio te hace feliz. Sí, será mágico y especial. Todo desaparecerá de un plumazo y sin esfuerzo. ¿Cómo no lo habremos hecho antes?. Ya estoy nervioso por empezar a ser feliz.

*Que cada palo aguante su vela y que los palos no rompan muchos huesos. Dedicado al primero que se lo pida*

Vacaciones en descompañía

A pesar de que yo aún no te conozco y que tú tampoco me conoces a mí ¿sabes lo que hubiese sido perfecto para esta tarde de vacaciones en esta ciudad extraña?… Que hubieses estado aquí. Sí, que a lo tonto hubiésemos comido de tapas sin pretenderlo. Que abrumados por los vapores del vino y la cerveza y por el empacho de los pequeños bocados nos hubiésemos vuelto a la pensión, con el sol picando en nuestros cuellos a pesar de ser ya finales de verano.

Nos hubiésemos tumbado no muy pegados para no sudar demasiado. En la tele podríamos haber visto un documental que hablaba sobre los pigmentos inocuos en la pintura hasta quedarnos dormidos. Al poco rato, nos hubiéramos despertado. Primero tú, sí. Me habrías besado en ese dulce momento del duermevela en el que la habitación ajena empieza a tomar forma dentro de mi cabeza. Sólo rozándome los labios.

A continuación, nos hubiéramos quitado la poca ropa que llevásemos puesta y podríamos haber espabilado al unísono echando un polvo suave y cariñoso. Al final, desnudos en la cama, abrazados y en silencio tendríamos calor. Te habrías levantado a ducharte y tapándome lo justo con la sábana hubiera zapeado durante un rato.

Habitacion de vacaciones

Podríamos haber ido a dar una vuelta ya refrescados y con el sol más bajo. Hubiéramos disfrutado sintiendo al uno cerca del otro descubriendo a la par con la vista y el oído esta ciudad desconocida.

Ya lo sabes, la perfección no existe y a ti no te encontré en la calle.

Ponferrada – 05.09.07

Banda Sonora recomendada:
Nadie me quiere x Los Enemigos + Raimundo Amador «Se Buscan Fulmontis» B.S.O. (1999).

*Se admiten correciones en los condicionales y subjuntivos. El reto ha sido duro para uno de la Ciudad Bravía.

De la serie Vagar no es de vagos en Sr.K, del lado sano de mi cabeza
[Ver serie completa]

Fragmentos de terrazas I

Las palomas, las muy perras, se posan encima de las mesas de la terraza del bar. Una me mira inquisitiva como preguntándome «¿Qué coño haces aquí? ¿Quién te ha invitado?». Es cierto, ella estaba antes que yo y además la camarera no la espanta. También tendrá miedo de su mirada.

Yendo en paz

A dos mesas de distancia, un señor se sienta en la silla que hacía un rato había abandonado. La extraña señora de pelo excesivamente rojo vuelve a estar acompañada. El recién llegado comenta a su señora de pelo excesivamente rojo que «este sitio está muy bien» y que gracias a esta rezumante bondad del bar lo ha hecho a gusto. Momentos antes, tras pedir una «jeinéquen» a la amable camarera, confesaba a su señora de pelo excesivamente rojo que según le trajesen la cerveza se iba a ir a cagar.

Banda Sonora recomendada:
Silence (in this area) x Marlango «The electrical morning» (2007).

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Fragmentos de calorcito y terrrazas para días en los que parece que nunca amanece. Dedicado a todos los que se vuelven grises con la luz gris de este otoño invernal en domingos que no son ni domingos ni lunes.

VídeoTrayectos vol. XII: Una etapa en El Camino 13.11.08

sellando credenciales (san juan de ortega) – partida – botas – caminando – paso canadiense – caminando – café con leche (atapuerca) – caminando – espiral de piedras – caminando – café y refrescos – buscando bares (cardeñuela de río pico) – caminando – johansen (carpintero alemán) – bocata (castañares) – caminando – hablando en inglés sobre un puente azul – mochilas – la quinta (burgos) – cantos alemanes – el cid – albergue (burgos) – vuelta a casa – habitación sin vistas

Todos los VídeoTrayectos de golpe en la Categoría VídeoTrayectos.
Lo que prentenden ser los VídeoTrayectos se puede conocer en su primera publicación.

*Contenido extra de este VídeoTrayecto:

80 centímetros

Sólo hacen falta dos días de caminata en un extraño viaje de vuelta hacia el hogar y que no llueva demasiado para descubrir que en Alemania algunos aspirantes a ser maestros carpinteros cumplen tres años de formación académica y luego se pasan otros tres fuera de sus respectivos hogares trabajando, como quien dice, por comida y cama.

Johansen es uno de estos Wandergesellen auf der Walz – un «caminante del Walz» – al que sólo resta medio año para poder volver a su casa. La gente suele preguntarle con estupefacción si no es demasiado tiempo fuera de casa. Johansen suele coger su bastón labrado con formas que giran sobre sí mismas como si de una llama de madera sin pulir se tratase y marca con sus dos manos una distancia en el bastón. «Esto son 80 centímetros, ¿Ok?» Tras recibir la expectante confirmación de su interlocutor reduce la distancia que marca con sus manos sobre el bastón «Y esto son 3. Como ves, no es nada comparado con 80. Ahora piensa que los centímetros son años y que los 80 centímetros son los años que vas a vivir. Teniendo en cuenta que lo que aprenderé en estos 3 años de viaje me servirá para toda la vida, ¿te sigue pareciendo mucho tiempo?» Johansen sonríe. Qué cabrón. Y no tiene ni 30 años.

La Chica que se Tapaba Intermitentemente las Orejas

¿Recuerdan al Hombre Sentado a la Puerta? Sí, hagan memoria. Ni sobre, ni delante, ni en ella. A la puerta, sentado a la puerta. Pues bien, no hace mucho le dio por escribir porque se acordó de un viaje que hizo en tren. Lean:

Otra vez me persigue. Otra vez inquieto después de tantos días de tranquilidad. ¿Qué eso de entrar en el tren y volver a olerte? Mmmmh… Sí. Hueles. Otra cara y otro cuerpo, pero hueles. Estaba tan tranquilito y vuelves a cada ráfaga de perfume que me llega. Si cierro los ojos y giro la cabeza puedo notar el calor y la presencia humana del asiento de al lado, pero no eres tú. Menos mal. La industria perfumera es malvada.

La Chica que se Tapaba Intermitentemente las Orejas  No es un gran artista pagado de sí mismo, así que una vez satisfecha su inquietud dejó que el papel sobre el que había escrito esta reflexión volase. Al poco tiempo, ese perfume del que hablaban esa pocas líneas reapareció. Tenía la certeza de que esta vez no iba a ser un espejismo. Lo sabía. Las casualidades a veces surgen de nuestras invocaciones y rituales privados. Por la esquina apareció un personaje que hacía mucho tiempo no se acercaba al Hombre Sentado a la Puerta: La Chica que se Tapaba Intermitentemente las Orejas. Llevaba pegado a la suela de uno de sus brillantes zapatos nuevos el papel que no hacía mucho El Hombre había dejado volar libre.

Tras la sorpresa mutua inicial, La Chica que se Tapaba Intermitentemente las Orejas se detuvo frente al Hombre y comenzó con su verborrea habitual. Tampoco había perdido la extraña costumbre que le daba el nombre: rellenar los momentos en los que ella no hablaba con un interminable tapar y destapar de sus orejas. Así, sólo oía lo que quería y escuchaba lo que menos esfuerzo le requería. Nunca lo admitió, pero el silencio le parecía horriblemente vacío. Le daba mucho miedo.

El Hombre no podía evitar pensar, mientras aguantaba la cháchara, en cómo ella se fue sin decir nada y que parecía seguir sin querer darle explicaciones. La vio algo cambiada por fuera y quizá hasta un poco peor por dentro. La desaparición, según ella, sólo fue un paréntesis, una nimia interrupción, que no tuvo ninguna consecuencia en el continuo espacio-tiempo. El Hombre miró el papel que asomaba por debajo de uno de los brillantes zapatos nuevos de La Chica que se Tapaba Intermitentemente las Orejas. Sí, – afirmó en voz alta– el tiempo pasa, nada permanece ni importa y mucho menos importan las palabras hechas al viento. Volvió a bajar la mirada hacia el papel pisado y reprimió el impulso de decirle a La Chica que mirase lo que tenía pegado a la suela.

Sonrisa partida

Se despidieron como si nada, sin calor ni frío. La Chica que se Tapaba Intermitentemente las Orejas siguió calle abajo. Justo antes de doblar la esquina y desaparecer de la vista del Hombre, el papel se despegó de sus brillanes zapatos nuevos y volvió a volar libre, como las palabras que contenía. El Hombre estuvo un rato mirando el loco vaivén del papel.

Después, giró la cabeza.

A ver quien aparecía por el otro extremo de la calle.

Banda Sonora recomendada:

  • Nada x Sol Lagarto «Prorrogado» (2007).
    http://www.seriezeta.com/k/recursos/musique/sol_lagarto.nada.mp3

Citas K – Vol. IV

– Yo pensaba que nunca iba a cononcer a una chica friki y resulta que en mi curro hay una tía que hasta te complia compila el kernel y lleva camisetas de Linux.
– Hombre, ya conocías a la novia de Vicente que también sabe compilarte el kernel si hace falta.

Sr.K anotando apresuradamente la conversación sin dobles sentidos entre informáticos de la que estaba siendo testigo. Sr.K resistió las ganas de hacerles la ola y apretarles las manos en señal de felicitación por tan esperpéntico momento.

Banda Sonora recomendada:
Bill Gates x Komputer «The world of tomorrow» (1998).

Dedicado a GO! por su genial Quiero una chica de «Serie B»!

La espera de dejar pasar

En el capítulo de ayer, hablábamos de las esperas vitales que nos encontramos en el camino, pero hoy lo vemos desde el punto de vista de los y las que provocan parte de esas esperas.

Qué mejor que esperar a que los temas pendientes se pasen o se solucionen solos. ‘Sólo es un pronto’ y como el tiempo adormece, pues ya será menos grave más tarde. Nos gusta mucho eso de eludir responsabilidades. Cruzarse de acera cuando nos viene mal, o decir que ‘el móvil me lo dejé en el bolso y ya era muy tarde cuando vi la llamada’. Bendita tecnología.

Sí, es muy adulto (y no es sarcasmo) lo de dejar pasar las cosas. Si en algo se caracterizan los niños es en ser crueles y esa crueldad es fruto de la sinceridad. No la sinceridad objetiva de una persona vivida, sino la sinceridad de decir sin tapujos lo que piensan y decirlo al momento. Los adultos, no son crueles. De todos es sabido.

Será entonces que es muy de adultos responder con tazones de indiferencia a las personas que más te ofrecen. Sí, en cuanto parece que ese que ofrece empieza a pedir lo suyo, la persona que ha estado alegremente recibiendo se asusta del monstruo que ha creado. áPor Dios! Si nunca he rechazado (casi) nada por no hacerle daño. Si es que me cae bien, no es por nada. Pero… esto no puede ser. No puedo controlar la situación. Esto es demasiado violento. Haré lo que hacen los adultos, no voy a ser cruel. Dejaré que se le pase el mal momento. Es que todos tenemos alguna vez un mal momento. Dejar pasar es la mejor opción, sí, sí. Siempre funciona. :-)

áFotos No!

Luego, también está lo de huir a Cuenca o Saturno (según gustos) para evitar la expresiones viscerales demasiado íntimas. El truco es el siguiente: ya que te vas, al que tienes en stand-by sólo le dejas la opción de que evite los temas escabrosos los últimos días antes de la huída, ya que en esos días sólo estás para fiestas, no para comeduras de tarro. Es estupendo. :-)

Aunque siempre queda lo del caparazón. Los venden muy bonitos y alegres, algunos con orejas de gato, de colorines y hasta con canciones en japonés. Su uso es simple. Cada vez que nos venga un tema pendiente sólo hay que sostener fuerte-fuerte el caparazón y esperar, cuan numantinos, a que se le quiten las ganas de traspasarlo al tema pesado ese. :-)

Lo único que recomiendan los expertos si eres de los/las que dejan pasar el tiempo para solucionar los temas pendientes, es convertirse en un/una erudito/erudita en meteorología y siempre llevar un buen paraguas a mano, porque nunca se sabe cuando va a haber tormenta, como dicen Los DelTonos…

Banda Sonora recomendada:

  • «Soy un ser humano» x Los Enemigos – «Obras Escondidas (1985-2002)».
  • «Tormenta» x Los DelTonos – «GT» (2005).

Dedicado con mucho cariño (aunque no lo parezca) a una amiga que lo leerá y a otra que no. Un abrazo a la que lo lea.

La hora señalada

Todo consiste en mirar de vez en cuando unos números que varían. ¿Cuándo ha llegado la hora? El cuerpo me pide ya, pero aún falta un luego para el ya. ¿Qué hacer? ¿Vivo engañado? Los números dicen que no y por mucho que lo intente no puedo hacer que avancen. Los muy cabrones…

Me quedaré en espera. Siempre esperando. Puedo quedarme aquí. Mirando al frente, hacia abajo, a la derecha… incluso a la izquierda. Puedo morderme los padrastros. Balancear mis pies…

Será que a los demás no les viene bien ahora. Pero, es que también están esperando. ¿Quién ha puesto entonces la hora señalada? No voy a ser yo quien pregunte. Si nadie dice nada será porque están de acuerdo con la hora señalada. Aunque, ellos también miran alrededor sin ver, como yo. A ver si van a estar también pensando que ahora sería buen momento para el ya… Igual los números están equivocados.

Expectante Expectativa

Bueno, parece que el momento definitivo se acerca sin moverse. Algunos hasta se han levantado y caminan. Parece que están impacientes. No sé, me siento un poco estúpido. Los números parece que cambian más despacio. Tanta impaciencia a mi alrededor me provoca impaciencia. Ya falta menos.

Pero, ¿esto qué es? ya hemos pasado la hora señalada. Todos nos mirarmos, ya mirándonos, pero evitamos la mirada inquisitiva e inquieta de los demás. Nadie es capaz de preguntar «¿qué pasa?».

Ya se han ido los primeros. Me estoy planteando seguir su ejemplo, la verdad. ¿Por qué esta hora señalada? Ya hace demasiado tiempo que pasó. Los pies me duelen de estar de pie y nadie dice nada. Ya estamos sólo por estar. Me tendré que ir. A ver si vengo para la próxima hora señalada y me entero del motivo de señalar precisamente esta hora. Tampoco voy a preguntar a nadie por qué se ha puesto esta hora. Te miran muy raro si preguntas ese tipo de cosas. Incluso te miran peor si dejas de ir a cada hora señalada.

Banda Sonora recomendada: Pulse [AQUÍ] para descubrirla (si se atreve)