Adustos señores castellanos de recia pose y mirada firme. No dan su brazo a trocer ni ofrecen su hombro para llorar, pero su sola presencia asusta al mismísimo mal fario. Tan implacables con sus iguales como con ellos mismos, no se dejan llevar por las promesas de paraisos terrenos ni de terruños a buen precio. Y aunque hace años que en el frío páramo por no vivir ya no vive ni Dios, el estoico caminar por el mundo de estos señores sigue siendo el mismo. Su aspecto ya no está labrado a cincel por el frío ni el sol pero, por dentro sigue la austeridad implícita en ser un cabezota.
Amochando, siempre con la cabeza por delante, siguen echándose a la esplada lo que haya que echarse. No esperen que encima les sonrían cuando se cruzen con ustedes. Bastante será que alcen su mentón a modo de saludo y suelten un «¿Qué hay?«. Si hay que estar, se está y si hay que ir hasta a tomar pol culo, se va, pero no les toquen los cojones. La lealtad una vez que se da no se retira nunca, pase lo que pase y caiga quien caiga. El gesto será agrio cuando las cosas vayan a paso burra, pero aún amargos y silenciosos seguirán al lado de aquél al que una vez dijeron «áQué majo que eres!«.
De dar algo, darán afecto: recios apretones de manos, abrazos de oso y brindis con el ceño fruncido por los ausentes. Porque el cariño sólo se lo dan a las mujeres, que les pueden y desarman con sólo rozarles la cara de recia piedra castellana. No será mucho, pero lo poco que dan seguramente sea lo más valioso que tienen.
Quítenles sus escasas posesiones, llévenles al exilio de la gran ciudad, róbenles sus mujeres y verán como nunca perderán los estribos. Eso sí, nunca jamás les falten al respeto. Nadie merece más respeto que otro ser humano. Nadie merece más desprecio que el que no respeta a nadie. Y aunque en estos tiempos ya no haya navajas, ni trabucos, ni monte para arreglar los asuntos, pueden hacer morir lánguidamente de soledad a los que despreciaron sin pensarlo su seca presencia. Porque en el pasado fueron labradores y pastores en un mar de áspera tierra y la soledad no les asusta. Son ellos los que asustan a la soledad.
Adustos señores castellanos de una anciana Castilla que ya no es la Castilla de Machado. Una Castilla de castillos turísticos y tan urbana que hasta asfaltan y ponen puertas al campo. Todavía buenos vasallos sin buenos señores y todavía esperando a un capitán, a un jefe o a un señor que no se ande con chorradas de señorito. Quejarse es inútil. Hay que ganarse las alubias.
Banda Sonora recomendada:
- Nisio x Los del Páramo – Maketa en cassette (1990?).
http://www.seriezeta.com/k/recursos/musique/los_del_paramo.nisio.mp3
Porque estos señores son los que con su seca compañía acompañan al autor de este blog en la lucha cotidiana. Recuerden quienes somos, de dónde venimos y no perdamos el norte para saber sónde vamos. Que vuelvan las ovejas al redil, que van a coger frío tanto tiempo fuera.
excelente
Amochar. Qué palabra. Qué concepto.
Un compañero de trabajo la utiliza a diario para describir actitudes humanas (que no bovinas).
Hola. Pues no sé qué quieres que te diga. Lo del adusto castellano está como bien traído, pero se puede aplicar a cualquier persona adusta. He conocido alemanes que, por su porte, eran adustos hasta el corvejón. Si a lo que te refieres es a la pose, para mí aparente, del castllano en comparación con personas de otras regiones (por ejemplo, Andalucía) me quedo más con el castellano. Si lo comparamos con los ingleses, pues también. con los yanquis… ni te digo. O sea, que prefiero al castellano, aunque sea adusto. Me parece que voy a ir al espejo a darme un besos. Un saludo
Me ha encantado el texto. Describes muy bien la nobleza de la etnia castellana.
Algo ha de quedar de cuando fuimos los amos del mundo.
Decian los romanos «Hágase justicia y que se hunda el mundo».
Queda más elegante que decir «El mojón no se toca», pero en el fondo es lo mismo, igual que «Al pan, pan…»
Llevamos el surco dentro, señores, cuanto antes lo aceptemos más contentos estaremos con nosotros mismos y más felices seremos.
Que sepan todos ustedes que los adustos castellanos de los que se habla en el texto no corresponden a una visión nostálgica-nacionalista de las tierras en las que nos ha tocado vivir a algunos. El nacionalismo es para los Hikikomoris.
En realidad, sólo quiero llamar la atención sobre las buenas gentes que me rodean. Gentes que, como uno mismo, son el resultado del poso del pasado glorioso según el cristal con el que se mire. Al final, cuando la gente que creías de confianza y leal te falla y se va, miras a ver quien sigue ahí y los ves a ellos, a los adustos castellanos.
Lo de tener un mar de tierra que congela y abrasa por igual marca el surco por dentro y mucho.
Otro día habrá que hablar de las desconcertantes castellanas…
En cuanto a las desconcertantes castellanas… yo he llegado a pensar que pesa sobre ellas una maldición o hechizo (que sufren los adustos castellanos, de rebote) que sólo las permite comportarse con normalidad cuando salen de su tierra. Claro que eso mismo cuentan los de Bilbao.
De todas formas dicen que las generaciones nuevas son otra cosa. No sé si se ha pasado la maldición de fecha o es que los curas tienen menos mano en la educación o que, pero que sea para mejor. Y los que pillen mejores tiempos que los disfruten, joder.
En cuanto al factor espacial al que antes hacia referencia (también llamado factor campo)… pregunten Vuestras Mercedes en Ajo, Noja… y verán lo que les pueden contar… transformaciones que ríete tú de Lady Halcón (..o de Belle de Jour)
Claro que también hay que reconocer la parte de culpa de los nativOs… yo he oído la frase «áááMIRAAAAA ESA ES LA QUE ME TIRÉ EL OTRO DíA !!!» a voz en grito por la Llanas cuando eran las Llanas… en fin. País y paisanaje.
Hola! uy qué respeto imponeis, así como no vamos a ser adustas las castellanas…, la culpa de todo la tiene el frío y el aire de Burgos, poneros en situación, 2 graditos, faldita corta, medias, zapatitos de tacon… áanda ya! con el jersey de cuello alto todo el día.
Tengo que decir que he conocido Señores del medievo en Castilla, con auténticos feudos y siervos… impresionante.
Me escuece el surco después de leeros majos. Quedo a la espera del post sobre las recias castellanas mientras doy un paseico por el páramo.