Ante todo, educación y urbanidad

Urbanidad en las ciudades. Educación en las escuelas. Y ante todo, mejor que ante nada. Pero, si hay alguien ahí fuera es que no vive ni en la ciudad ni en el campo. Quizá no tenga educación, pero tenga conocimientos enciclopédicos y tal vez sus circunstancias socioeconómicas le hayan privado de poder ir a un colegio privado (de pobres, normalmente).

Ante todo (que es uno) está nada. Frente a la urbanidad está la silvestralidad campestre. Al lado de la educación se encuentra la amabilidad. Aunque, bien mirado, los campechanos silvestres no-urbanitas son bastante más amables que los ciudadanos de colegio privado (de pobres) que pululan a velocidades supersónicas por las calles de las urbes de occidente.

Urbanidad en Gamonal R.I.

Curiosas paradojas, ¿serendipia quizá?. A ver si va a resultar que para tener educación hay que ser de campo… Incluso, la virtud de la urbanidad, interpretada como interacción correcta con el entorno social y natural en el que uno vive, luce por su presencia en la gente de campo. Pero, no todo el trigo es orégano ni todo el monte está limpio y mucho menos si hablamos de tierras, lindes y mojones.

Ante todo, la urbanidad del campo de personas educadas en colegios pobremente poblados es preferible a la arrogancia de los urbanitas con educación privada (de pobres) que habitan en las ciudades.

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