Azul y naranja o una historia del oeste

Azul y Naranja

Blind man, blind man x Herbie Hancock «My point of view» (1963).

Azul y naranja son los colores del horizonte del camino. Siempre en una eterna puesta de sol. Caminando de este a oeste. Evitando a cada paso que el sol se vea del todo. Con un cielo azul en estado puro; sin sol ni luna, sólo azul. Sin más luz que la propia luz del azul, la del momento anterior a que llegue la oscuridad.

Azul y naranja unidos a la altura de los ojos. El naranja es del lienzo terroso que será notario de nuestras huellas aún por hacer. Andar sin prisa y sin pausa. Es echar una carrera al sol. No dejar que la intensidad de ese azul luminoso decaiga. Sin ir tan rápido como para que sol nos soprenda por el horizonte y nos ciegue ni tan despacio como para que la oscuridad que vemos al mirar atrás nos rodee.

Es mejor no mirar hacia atrás mientras se anda porque no se ven los pasos que se dan. Al mirar atrás, sólo se ven huellas. El camino andando con pisadas decididas y con pasos erráticos imposibles de desandar. Para mirar la ruta andada siempre es mejor buscar un momento para hacer posta. Sentarse y observar atentamente por dónde se ha venido. Con la mirada hacia el este, el azul es casi negro, el naranja es marrón y en medio de los dos está la fría y olvidadiza oscuridad. Es normal sonreir cuando se descubre que de entre esa negrura, que puede llegar a atraparnos si nuestra parada se prolonga demasiado, surgen los primeros brillos de las estrellas que nos atraen como sirenas.

Avanzar hacia el azul y naranja del oeste exige ciertas maneras y posturas. Con la vista centrada sólo en el intenso azul no se ven las piedras que surgen en el camino. Mirar sólo a la vasta extensión de tierra naranja inexplorada puede generar pánico al ver que no tiene pisadas de nadie ni caminos marcados por los que empezar a avanzar. Cuidado. Con la vista llena de suelo y el miedo por las venas el caminar se detiene y llega la oscuridad llena de consoladoras y frías estrellas.

Todo es cuestión de un buen porte al caminar. Tan simple como poner el cuello en una postura natural, sin forzarlo. Ser otra vez ese primate que se irguió sobre sus patas traseras, se fijó en el azul y naranja del horizonte del oeste y decidió que caminando nunca perdería de vista este precioso espectáculo. Quizá ese primate no sabía a dónde ir, pero sabía hacia dónde orientarse.

Aunque todo esto fue escrito antes de conocer el blog necesario Caminando en el Desierto, indudablemente este texto tiene mucho que ver con Fran y su manera de ver la vida.

10 respuestas a «Azul y naranja o una historia del oeste»

  1. Veo que el Sr. K ya ha olvidado a aquel elefante que entró por aquí­ de manera impetuosa ;-)

    CAMINANDO es una palabra que me gusta. Me transmite una sensación de continuidad y de esfuerzo moderado, constante, tenaz. Y en ello andamos.

    Mi sincero agradecimiento por este post -me gustan tus palabras, tu foto y la música con que lo ambientas- y mi abrazo, por supuesto… solidario.

  2. Yo también quisiera decir que es un portento de lectura…

    …pero me he perdido en lo farragoso del texto y me he imbuido cual arenas movedizas en la densidad del no contar nada pero usar muchas palabras.

    ¿Alguien me echa una liana desde la seguridad de la orilla o debo salir yo solo nadando del fango?

    …a la fuerza ahorcan…

  3. Muy importante que para acompañar el camino azul naranja dispongamos de unas viandas para mantener el paso firme, por ejemplo queso, pan y vino… que con pan y vino se anda el camino aunque si hay mucho vino corre el peligro que el naranja se convierta en rojo.

    Un saludo.

  4. Sabio primate con luz propia, marcándose su propio ritmo al caminar, y su mirada mas alláââ?¬Â¦ veí­aââ?¬Â¦caminaba y sonreí­a, sabia lo que era la vida, vivirââ?¬Â¦ sin dejar de ver la belleza y la luz entre la oscuridad, sabia lo que hacia, no se dirigí­a a ningún lado en particular, porque habí­a encontrado el modo de llegar a cualquier lugar.
    Gracias y saluditos

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