Fulanito D.T. pasó sus primeros años de matrimonio en completo desasosiego hasta que descubrió dos cosas; una, que beis también se escribía beige y dos, que en realidad el dichoso color – que llenaba a todas horas la boca de su mujer – era igualito que el «color carne» de las plastidecor de su infancia.
Tras esta epifanía, tuvo que distribuir su odio entre el «color carne«, su mujer y él mismo.
Banda Sonora recomendada:
«¿Dónde se habrá metido esta mujer?» x Julián Hernández – … y todo es vanidad. Homenaje a Javier Krahe (2004)