Ocaso naranja y azul de farolas a medio encender. El centro de la ciudad es de piedras y monumentales edificios. Está en calma. Casi en silencio. Las pocas personas que avanzan sobre el empedrado son silenciosas y solitarias.
El frío tensa la piel de la cara, encoge los hombros y mete las manos en los bolsillos. Los ojos miran a los lados sin mover el cuello. Todo el mundo parece que mira con desconfianza.
Luna de noviembre a las siete de la tarde conservada a dos grados. Asomada sobre las antenas de los edificios con un cielo a su espalda que ya está dejando de ser azul marino. Asombrosa claridad y agudeza a pesar de ser de noche gracias al frío que ha limpiado la atmósfera de brumas y a las luces de ciudad que brillan por todas partes.
Antes de que llegue el invierno son buenas tardes de domingo para pasear sin pausa al calor de abrigos, bufandas y guantes.
Banda Sonora recomendada:
«Es lo que hay» x Super Skunk – «Planeta Azul» (1998).
Dedicado a los del grupo de facebook «El Frío de Burgos«
Les gusta mucho hablar del frío (el ófri) a los burgaleses. Ayer visité unos pueblos al son de estos compases del frío y el viento. Y pienso que con calor son menos bonitos, fijate vos. Están hechos por el frío. De todos modos, creo que el frío no admite reclamos: si querés calor todos los días, andate a vivir al Caribe. Si te quedás en Burgos, aguantate, sigue siendo tu elección.
Amigho Faustino, lo mejor-mejor para tener calor todos los días es una buena mina/pibe, vivas acá o allá.
Los inviernos acompañados en Burgos nunca son fríos.
Sr.K hacía mucho que no entraba por aquí a darme un paseo entre tus locuras y locuacidades, pero la verdad que con entradas de estas haces que se eche de menos. Me ha gustado mucho, que envidia más sana de tu lado más insano.