La noche es un lugar, más que un tiempo, en el que los comportamientos sociales de los seres llamados humanos toman matices animales. No se preocupen, no vamos a volver a hablar de los ciervos de barra, aunque ahora sea época de berrea en sus abrevaderos habituales, por la llegada del acortamiento de faldas y la crecida de escotes característicos en primavera. Hoy hablaremos de rediles y de los rebaños de personas que se socializan en estos entornos.
El espacio nocturno se divide en rediles en los que los rebaños se agrupan. Estos rebaños se suelen formar por cualquier tipo de acontecimiento rutinario o excepcional como puede ser el «ir a tomar un cacharro» o «quedar con los compañeros de trabajo«. Suelen ser hetereogéneos conteniendo varias tipologías humanas que podrían encajar, según estudios poco concienzudos y frívolos, en estas analogías animales:
Ovejas: No utilizado en sentido genérico, las ovejas serían las personas de género femenino que, en el fondo, generan el desplazamiento del grupo a través de la noche. Dentro de las ovejas están:
Ovejas Dominantes: Aquellas que reciben la atención del resto del rebaño en tono positivo (por parte de los miembros masculinos) y en tono negativo (por las componentes de sexo femenino). Suele ser sólo una dentro del grupo o como mucho dos.
Ovejas Gregarias: Rivalizan con las dominantes de maneras subrepticias. Generan momentos lúdicos y momentos bochornosos a la par.
Borregos: Dentro del género masculino, serían una burda imitación de las ovejas dominantes. Intentan relacionarse exclusivamente con las dominantes, pero las gregarias se lo impiden. Si muestran interés por las gregarias, siempre será para llegar a la dominante. Aunque entran y salen del grupo continuamente durante la noche, despistados por otros rebaños con más ovejas dominantes, los borregos siempre vuelven al redil. Son capaces de generar más de 20 litros de baba a la hora.
Corderos: A la sombra de los borregos, se relacionan sin excesiva pasión con las gregarias y con una increíble timidez con las dominantes. Son capaces de aguantar días sin dormir (como los borregos) para prolongar la noche con tal de conseguir estar el mayor tiempo posible en el mismo espacio físico con la oveja domintante del grupo, siempre acompañando a los borregos.
Y dirán que esta manía, tan extendida por cierto, de meter en cajitas y poner tags a las cosas y a la gente ¿a qué viene? A parte de dar un poco de rienda al lado sano de mi cabeza (como reza el encabezado de este blog), nos viene bien para hablar de la inestabilidad que recientemente hemos detectado en esta forma humana de relacionarse en la noche. ¿Qué ocurre cuando en el rebaño faltan los borregos? Ya sea por extinción (edad, cirrosis, matrimonio…) o por casualidades cósmicas esta ausencia cambia la estructura grupal.
Se produce el desamparo de la oveja dominante, tan hecha a estar en ojo del huracán, porque está rodeada exclusivamente de corderos y gregarias. Corderos, por un lado, que nunca en su vida se relacionarán directamente con la dominante por un sentido del ridículo exacebardo, ausente en los borregos. Por otro lado, las gregarias no tienen que estar pendientes de la dominante ni de los borregos. El protagonismo se reparte entre todos los miembros del rebaño provocando el desconcierto y la rabieta de la dominante, que no entiende cómo los corderos no se le acercan. Suele acabar la noche absorvida por los vapores alcohólicos y agarrada a alguno de los corderos, que ante la situación no es capaz de articular palabra ni acto, lo cual frustra aún más a la dominante.
Nunca se crean lo que ven. Siempre es lo que no parece. Ya lo dijo el Sr. Jesús: Los mansos dominaremos el mundo (o algo parecido).
Banda Sonora recomendada:
- «Ésto nunca fue mejor» x Transportes Hernández y Sanjurjo – «Privilegios de tener una ocupación inútil» (2005).
Muy interesnte.
Creo que en lugar de hablar de borregos deberíamos hablar de CARNEROS. ¿o tal vez reserva esta apelación para los borregos que pillan?
¿Y el cordero de Dios que quita el pecado del mundo?
Es decir, el niño o niña del «opus» que ni jode ni deja joder porque todo le parece pernicioso, hasta el simple hecho de beber/ligar delante de él / ella…
No en todos, pero en algunos rebaños está. Al final, cuando espabilan un poco, te das cuenta de que son lobos que estaban aletargados.
A esos hay que contarles al oido el cuentecito de la virgen por delante. Martirizada por detrás por toda la Decimosexta Legión.
No sé que dia se celebra su onomástica pero seguro que está en el Santoral… y más contenta/o que una Pascua Florida.
Sr.Pitillo, tiene usted razón con los carneros como borregos que increíblemente «pillan».
Sr. Bothman, el Cordero de Dios acabó muerto y en Aranda, hecho al horno, que es su estado natural.
Interantísima teoría-parábola pecuaria (¿ha sido desarrollada en La Pécora?) de muy fácil comprensibilidad para nosotros tus conciudadanos.
Retomo tu comentario en Blogófago. No sé si estaré. O si estoy, no sé si estaré visible. Si se dan ambas circunstancias quizá me acerque al contubernio.
Precisamente en la Pécora (lugar común, supongo, Dr. Livingstone) no es el caso. Estos comportamientos son comunes en los bares que la ovejas (dominantes y no) llaman «bares de bailar». Esos si que son lo más parecido a un redil…
Si te animas a espiar el BBB yo te apoyaré ideológicamente.
Lo de La Pécora era por lo que significa. Era hilar muy fino o directamente pensar en otro idioma.
Una búsqueda de PECORA en images.google lo aclara todo.
Lo del BBB lo decidiré esa misma tarde. No sé si soy dueño de mis horarios. Acaso estás inspirando una contracumbre con Macacolandia? Si puedo acudiría a las dos. Si no, obviamente no.