– Señor, ¿da usted su permiso?
– Sí, adelante cadete. Descanse.
– Señor, seguimos perdiendo unidades por el camino.
– Me siento turbado… ¿Quién ha sido ahora, cadete?
– Uno de los que hace tiempo huyeron con el enemigo, pero que volvió con nosotros porque el enemigo le traicionó. Se ha vuelto a ir. Es reincidente, señor.
– ¿Desde cuándo está con el enemigo?
– Según nuestros informes preliminares sus incursiones en campo enemigo tras el incidente anterior habían sido satisfactorias. Además, con el historial de penalidades que tras la traición sufrió por parte del enemigo no sospechábamos que fuese a irse de nuevo, pero en nuestros últimos reportes descubrimos que había datos confusos y contradictorios. Finalmente decidimos investigar a fondo y el otro día, cuando se tocó a diana, descubrimos que en su cama sólo había ropa vieja y que desde hacía varias semanas sobraba rancho como para una persona y que…
– Ahórrese los detalles, cadete… áVaya! áQué contrariedad!… ¿Con cuántas unidades contamos a día de hoy, cadete?
– Señor… ¿se refiere a unidades operativas y completamente funcionales?
– Por supuesto, cadete. Tenemos que saber con qué fuerzas de apoyo podemos contar en el día a día. El enemigo parpadea y cada vez que sus pestañas aletean o comienza a olerse su perfume uno de los nuestros se va con él.
– Pues, creo que unidades operativas al cien por cien, ninguna. Ya sabe, cada vez el enemigo es más poderoso y atrayente según nuestras unidades de apoyo van ganando en edad.
– Entoces, según su opinión ¿perdemos unidades porque nos hacemos viejos?
– En cierta manera… sí, señor. No sé cómo explicarlo.
– Entonces, tampoco podrá explicar por qué yo con mi edad aún no me he ido con el enemigo.
– Señor, en fin, es que usted es diferente. ¿Ha pensado que igual el enemigo no le considera útil para sus planes?
– Cadete, ¿no será que símplemente mi estrategia contra el enemigo es efectiva? Ã?Å¡ltimanente creo que al enemigo incluso le sudan las manos y no aguanta la mirada.
– Si usted lo dice señor… yo sólo soy un simple cadete. Hay muchas cosas que se me escapan.
– Efectivamente, cadete… Permítame que le tutee… Yo he visto cosas que nunca creerías. Amigos que cayeron hasta los infiernos y resurgieron con más fuerza que nunca. Situaciones inverosímiles más propias de una obra surrealista que del mundo realââ??¢. Gentes con dos caras, gentes sin nombre… ¿Sabes? a pesar de todo, todos eran y son excelentes soldados. Lo mejor de lo mejor…
– … Señor… ¿está usted bien?
– Eeh… sí, cadete, no se preocupe. ¿Sabe qué es lo que más me asusta de todo esto?
– Dígame señor.
– … Antes pensaba que los que se van con el enemigo siempre vuelven, pero el tiempo me está demostrando que una vez que se van, su retorno a nuestras filas no es una vuelta, es una visita… Retírese cadete. Va a empezar House.
Banda Sonora recomendada:
- El enemigo parpadea x Siniestro Total «Sesión Vermú» (1997).
http://www.seriezeta.com/k/recursos/musique/ST_vermu_enemigo.parpadea.mp3
Entrada en triunvirato imperfecto con las dos anteriores. No descarten un cuarteto o un quinteto.
No todos son traidores.
Seguro que ese oficial, igual desterró a algún soldado. Los deterrados a veces mueren en Siberia, otras veces desaparecen adoptando otra vide e identidad y excepcionalmente… el traidor era ese oficial y los desterrados montan su ejercito y conquistan Valencias.
Un abrazo K.
…es que hay que reconocer que el enemigo tiene unos ojazos…
Y más cosas que no diré aquí, pero que saltan a la vista.
Hola. ¿Hablamos de militares o de políticos?
Postada al informe verbal: Además, señor, ahora hasta los mandos se embarazan.
Yo tengo un amigo en el otro lado y tienen una negra todos los soldados.
Los desterrados, Sr. Sergio45, son niños destetados de mayores, que se encuentran ante «el todo» asustados y sin recursos. Pero, siempre consiguen salir adelante sea como sea y con dignidad. Los traidores, en cambio, no se terminan de destetar nunca. Cuando las cosas les van mal vuelven al seno materno, que siempre les recibe aunque no debiera.
Hablando de senos, el enemigo suele tener muchos. Entiéndanme, no más de dos, pero su antiquísimo poder hace que muchos tiren la corneta y el estandarte y se vayan hacia el otro lado.
Sr. PITILLO, además de lo de una negra para cada soldado, también me han llegado rumores de que hay quien vende a mamá por un piscolabis. áViva la traición! (Y este cuento se acabó).
Bueno… hay mamás que valen un piscolabis que más que un vermú es una comida, ¿eh?