¿Qué son veinte días en comparación con veinte años? Pues básicamente, son magnitudes difícilmente comparables. No hablamos pues del procaz «veinte-veinte«. Tampoco de los dedos de las manos que ya ni contamos desde que la tecnología nos ha vuelto vagos. Hablamos de tomarnos nuestro tiempo; de no tener que justificar nuestros ritmos ante los que van a toda hostia por la carretera.
¿Quién marca el tempo? En los estudios profesionales de grabación se ocupa la claqueta. En los estudios caseros lo marcan las ganas. Esas mismas ganas son las que nos hacen abrir los ojos cada mañana y levantarnos en lugar de darnos la vuelta y seguir durmiendo. El tiempo se dilata y contrae a voluntad de la motivación. El recorrido para llegar a un punto puede ser presto, tranquilo o incluso larguisimo. Siempre han llegado más seguros los que por su camino han ido tarareando alguna cancioncilla o iban dando saltitos a modo de coreografía.
¿Lo regular en el tiempo es repetitivo y feo o resulta estable y agradable? En un mundo en el que nos desbordan miles de mensajes apelando a la regularidad escatológica, lo regular se ha concubinado con lo políticamente correcto generando monstruos asépticos. Ya ni al gotelé se le respeta. Sólo una buena pared regular puede ayudar a justificar un precio inmobiliario indecente. Quizá lo regular apriete y ahogue como ni Dios lo hacía antes.
Lo despacito es suave y lo suave siempre mola tocarlo. Tocarse da gustito y lo agustito que se queda uno en la cama en cuanto decide, según abre el ojo, que se va a dar la vuelta en lugar de levantarse. Porque levantarse es moverse y si hay que entrar en movimiento, mejor que sea en Movimiento Slow. Disfruten del paisaje.
Banda Sonora recomendada:
«Suavecito, suavecito» x La Marabunta – La Marabunta (1993)
20 días sin actualizar Sr.K no es desidia, dejadez o vagancia. Son cambios de ritmos, nomás.