Purgandus populus

Se nota en la calle una inquietud que aumenta con el paso del tiempo. En un mundo gris donde las cosas blancas nunca son puras y las cosas negras suelen ser elegantes se vive con la incertidumbre de no saber que nos deparará el más allá.

Y no hablamos del Cielo y/o del Infierno. La preocupación del hombre gris de a pie es el Purgatorio. Los malos, los malvados, los ruines y los perversos van al infierno, eso está claro. Los puros, los hombres de Fe, los reyes y los presidentes de equipos de fúbbol van al cielo y se sientan a la derecha del Señor. Pero, ¿y la gran masa? Según los Hombres de Fe, el Purgatorio es su destino. Es un lugar donde los pecadorcillos se hacen un lavado tras dejar el mundo cruel. Es su hueco en el descanso eterno: entre sus ídolos y los malos de las películas.

Según las últimas estimaciones, los buenos cristianos ya no son tan buenos. La fast-life globalizada ha desembocado en una moral laxa de pecadillos veniales que siempre dejan huella en todo cristiano católico a la hora de trascender. Dado que en el Cielo caben los justos y que a nadie le gustaría estar con la gentuza del Infierno por toda la eternidad, se estima que el Purgatorio se está saturando por las almas venialmente malvadas de la gran masa. La autopista hacia el cielo se convertirá en un atasco hacia el Purgatorio. Encarguen para sus exequias bocadillos, botellas de agua y un parchís, para que se haga más llevadero su trayecto y madruguen para pillar sitio en primera línea del Purgatorio, que allí los últimos no son los primeros y encima se quedan de pie y con columna en medio.

áOh pueblo de Dios! No te reconozco. Qué tiempos aquellos en los que la Inquisición hacía hueco en el Purgatorio a base de excomuniones y piras en las plazas de los burgos de buen ver y parecer. ¿Dónde han quedado esas indulgencias plenarias a precios populares que hacían del Purgatorio un mero trámite para llegar al cielo con un «y que me quiten lo bailao»?

Recuperemos la última iniciativa para acabar con los pecadores llevada a cabo en este nuestro país español. Recuperemos La Orden Especial. Recuperemos el «Purgandus Popuplus» de principios de los 90.


Si no pueden ver el vídeo en la entrada, este es el link: Purgandus Populus

Recuerden, si estos vídeos les provocan excesiva hilaridad seguramente sean carne de Purgatorio. Vayan preparándose para las retenciones.

Trayecto

Miren a su alrededor.áCuánta gente distinta compartiendo espacio! Para ser tantos hay poco alboroto. Cada cual se pone su propia banda sonora para el trayecto. Dan casi la sensación de estar recargando sus baterías a través de los auriculares, como si de Robocops cualquieras se tratase.

Mirando alrededor, sin ser descarados, pueden descubrir espacios íntimos. Aquel señor, aquella quinceañera-pop y aquel pakish están disfrutando de la intimidad ensimismada de leer. Leen libros, revistas, periódicos, prospectos o citaciones judiciales. El silencio es cómplice de su intimidad. Eso sí, silencio de palabras porque el vagón está lleno de sonidos mecánicos provocados por el desplazamiento.

Todos ellos aguantan estoicos el vaivén del viaje sin levantar la vista del objeto de su lectura. Incluso siguen con su cabeza gacha las líneas de texto mientras andan por los pasillos o se incorporan a las escaleras mecánicas entre los sonidos de los pasos apresurados y el roce de las ropas de quienes les rodean.

No vayas hacia la luz, Carol Anne áNo vayas hacia la luz!

Una vez que llegan a ras de suelo, salen al mundo. Lo que ha dado tiempo a leer ha sido un momento de intimidad que ni las prisas han podido evitar. Vuelta a la realidad. Salir del caparazón. Dejar de imaginar y ser uno más de los engranajes humanos de la gran ciudad.

El viaje no es un tiempo; es un espacio que algunos no soportan y que otros hacen suyo, completamente suyo.

Lea, no conduzca.
Es un consejo de Sr.K

Banda Sonora recomendada:

  • …la que ustedes tengan en sus trayectos…

Réquiem. Parte II: Las Causalidades de Vivir

Bien pensado, remontarse a los orígenes de la vida en sí es meterse en un terreno tan farragoso como el caldo primigenio al que cantan Transportes Hernández y Sanjurjo en su canción Madre Fango. Que lo de buscar las causas de la vida da dolor de cabeza y dolor de corazón al mismo tiempo. Es más facil encontrar motivos para vivir.

Por otro lado, (siempre está el otro lado) un réquiem sirve para grabar la vida de otro en la memoria del que lo escucha o lee. Pero, me gustaría que este réquiem no fuese sólo una sucesión de datos de todo tipo sobre Luisete, el viejo amigo que falleció hace menos de una semana. El ser humano es egoísta y nuestros ombligos, además de pelusa, tienen un interés tremendo para nosotros, sus dueños.

No merece la pena ser plañidera. Se pueden decir miles de cosas como lo de fíjate, tan joven, que pena, y de tu misma edad, etc, etc, etc… En realidad, admito que no lo conocía tanto. Pero, la reacción en cadena que ha provocado en los vivos su súbita desaparición física ha sido todo un acontecimiento. Decíamos ayer que las señales están para verlas y me dijo el otro día el jefe que «a ver cuánto duran las buenas intenciones». Porque es así. El toque (casi empujón) que Luisete ha dado a nuestras vidas nos ha hecho plantearnos a todos qué ocurriría si mañana, como le sucedió a él, nos morimos de repente. Hemos empezado a ver las cosas importantes como nimiedades y las banales como imprescindibles. Cada bocanada de aire que aspiras la notas llena de fuerza. Miras más a la cara a la gente y hasta les sonríes. Tienes más en mente a la gente que aprecias. Como comentaba Pedro (ilustre comentador en este humilde blog) en la anterior entrada: La vida, Sr. K, sólo está aquí y ahora.

En pleno tránsito...

Otra idea que resulta curiosa y turbadora es la de la ausencia. Decía su mejor amigo de los viejos tiempos que es muy difícil hacerse a la idea de que si ahora cruzas la colina que te separa de su casa, ya no lo vas a encontrar allí. Que es muy fácil tenerlo separado físicamente de tí y no llamarlo o ir a hacerle una visita mientras sabes que está vivo. Que lo ves cuando te apetece, cuando te viene bien. Lo dífícil de la ausencia física es que una vez que alguien desaparece impregna a todos los que le conocían. Ya no pueden esquivarlo o poner excusas. Los que de verdad le apreciaban se han quedado con una parte de él dentro y ahora esa parte les mira y les visita cuando a ella le apetece. Todos somos una Bene Gesserit.

Si algo ha quedado de Luisete en todos los que lo conocíamos es, a buen seguro, su fuerza y su tenacidad. Ese «no hay cojones». Ese buscar siempre el lado más amable de lo imprevisto. Tirar p’alante cueste lo que cueste, pero no caiga quien caiga. Nos ha dejado el testigo del vive tus sueños, porque él los vivió. Nos ha mirado a la cara y nos ha soltado un «áEh! Muévete, tío».

El cielo ya lo tocó por toda la Península Ibérica, los Alpes y los Andes. Como infierno tendría el que todos tenemos en nuestras pequeñas desgracias. Su admirable padre lo ha hecho muy bien: su presencia física ya sólo es polvo entre polvo para que no le rehuyamos, para que no crucemos la colina hasta llegar al cementerio cuando nos venga bien, para que no se nos escape de dentro, para que comparta nuestra vida.

Dicen que la inmortalidad dura lo que duran las personas que nos recuerdan en la tierra. Por suerte, creo que viviré más de lo que pensaba.

Bienvenido Luisete.

Banda Sonora recomendada:

  • «Brindis» x Los Enemigos – «La Cuenta Atrás (1991)».

Dedicado a todos los que nos acompañan en nuestro camino en presencia y en esencia.

Réquiem. Parte I: La Casualidad de la vida

Uno va y tiene un día de estos energéticos y decide que tras la opulenta cena del día anterior quiere aprovechar el día y variar. Hay que cambiar para sentirse vivo. Quedas con una amiga y ves exposiciones. Empiezan las casualidades. Aparecen unos amigos a los que hace mucho que no veías y que está afectados por la extendida plaga de niños que asola a los de éstas, nuestras edades. «Hay que llamarse y quedar más», decís. Entra en escena el amigo recuperado en un bar al que nunca vas. Llega otro al que poco ves, y es que hoy está de rodríguez. Te encuentras con los amigos-de-a-diario justo cuando sales de otro bar no habitual sin haber quedado con ellos. Mientras comes un bocata con la creciente pandilla circunstancial, te encuentras con un ex-compañero de trabajo al que habías perdido la pista desde hacía años. Variáis de nuevo de parroquia habitual. Entre los parroquianos aparecen otro ex-compañero y otra ex-compañera. Se hablan de los viejos tiempos. Resulta, que ese mismo día se ha casado un amigo al que ves de vez en cuando y que te instó la última vez que lo viste a que os pasaseis por el pub donde celebran la fiesta post-banquete. De camino al pub junto con el rodríguez y el amigo recuperado, os comunican que uno de los viejos amigos, al que habéis mencionado al hablar de los viejos tiempos y al que viste la semana pasada, ha muerto esa misma mañana.

Bueno, las señales están para el que quiera o sepa verlas. Si son de tráfico te ponen una multa por no verlas, como la que te ponen antes de ir al pub por aparcar mal. Si son las que encuentras en el camino de la vida y no las ves, simplemente, te jodes. Te las has perdido. Y es que según entras en el pub apesadumbrado, postponiendo el duelo para después, empiezas a notar el cosquilleo de que ésto sólo acaba de empezar. Te contagias de la alegría etílica del recién casado y no te remuerde la conciencia por ello. No se lo dices. El marido reciente no lo conocía. Siguiendo el extraño guión de la noche, aparece el grupo de amigos de los viejos tiempos, de los que te has ido distanciando por miles de cosas. Compartes la escasa información que tienes sobre la muerte del viejo amigo. Después de las variopintas reacciones, descubres que están allí por casualidad. No sabían que el amigo recién casado se casaba ese día. No venían a verle, sólo a tomar algo. Cuando sales del pub comentas a tus dos compañeros de viaje por la noche, el rodríguez y el recuperado, que «áJoder con las casualidades!» y que «hay señales». «¿Señales de qué?» te preguntan, «De que estás vivo», respondes. Es tarde, os retiráis a casa. El rodríguez por su lado y el recuperado y tú por otro.

Las gentes del lugar van y vienen. Las tuyas y las mías se entrecruzan.

Justo cuando estáis llegando a tu casa te suena el teléfono. Es el sinpar amigo que conocía al viejo amigo desde la EGB. No lo habías llamado porque se supone que ya estaba avisado y porque no eran horas para llamar a una casa con niño y molestar para no poder aportar ninguna información nueva. Siempre hay justificación para todo, dicen. Desgarrado por sus palabras de desamparo decidís, a iniciativa de tu amigo el recuperado, ir a su casa, en un pueblo próximo a la ciudad. Durante el trayecto, empiezas a darte cuenta de lo que está pasando y cómo se van acumulando acontecimientos sin que tú puedas controlar nada. Decides dejarte llevar y participar en todo lo que sea que se avecine.

Se hacen las 6 de la mañana entre los sollozos, los recuerdos del viejo amigo y las búsquedas de sentido a la vida. Sólo sabéis que ya no volveréis a verle. No sabéis si ha muerto al instante, si ha sido en ciudad o en carretera. Sólo que ha sido un accidente. Tú mismo, ni sabías que el viejo amigo vivía la moto. Hacía demasiado que no compartíais cosas, pero siempre había sido agradable encontrarse con él tras los viejos tiempos. Sentencias, cuando os vais, que los tres amigos, junto con la pareja del amigo que llamó, acabáis de hacer un velatorio. Básico, en esencia, sin «pompes funÃ?¨bres», como dice que dicen los franceses el amigo que os ha acogido en su casa. Te devuelven a tu casa. Intentas dormirte y a pesar del cansancio, te cuesta mucho. Cuando ya estás profudamente dormido te despierta a las 11 tu amigo recuperado, tal y como habiáis convenido. Te levantas con la necesidad de saber algo más sobre cómo ha acabado la vida del viejo amigo. En el bar de abajo leéis el Diario (porque aquí es El Diario y no El Periódico) y descubres que el artículo gracias al cual conoces más detalles está escrito por una amiga reciente a la que despediste no hace mucho y que no sabe quien fue tu viejo amigo. Podía haber salido sin firmar, como otras noticias que hace, pero no ha sido así. Se dibuja en tu boca la sonrisilla de las casualidades. Ahora iréis al tanatorio y luego comida familiar. Hay que celebrar el cumpleaños de la que te trajo al mundo. Mira tú qué cosas.

…y entonces, comienza la larga despedida de tu viejo amigo.

CONTINUAR�

Hombre, si es Dios…

Volvemos (como el cántaro sin bonobús a la fuente) a utilizar la socorrida frase de en estas fechas tan señaladas en rojo en el calendario. Fechas de Pascua, nombre que recuerda a ascua. Ascua del fuego eterno como acto de contrición por llevar una vida sin resignación cristiana ni sacrificio. Dolor, sufrimiento y fustigamientos colectivos por lo maléficos y ruines que somos. Nos procesionamos en busca del sol que este largo invierno de 2007 nos ha negado y nos encontramos con que en todas partes cuecen habas porque come más la hipoteca que el humano. Y entre tanta vorágine y vaya usted a saber qué, nadie ya se acuerda del homenajeado de la SS: Dios hecho hombre (y mujer, por paridad).

Es suficiente desgracia que de entre todos los millones de millones de seres que pueblan el universo conocido y desconocido sólo haya uno que crea en Dios. Por lo menos, aunque sólo el ser humano sea creyente, cree con mucha pasión: bebe, come, construye, destruye, crea, mata, escribe, quema en su nombre y por su amor ¿Qué dama no se vería prendada tras tantas demostraciones de amor?

Pero, como en toda relación amorosa, siempre hay un juego de poder. El ser humano le concedió a Dios el título de creador del universo (ni más, ni menos), además del mérito de ser buena persona con el típico mal genio (recuerden las plagas y barbacoas que hacía antes de dejar de llamarse Yahveh). Lo que no está muy claro es si fue el propio Dios el que dijo lo de « Soy Uno y Trino… pío, pío ».

Infimo a lo grande

En contrapartida a todos los halagos y parabienes que Dios recibe, los humanos le obligan a escuchar sus lamentos, a aguantar sus ciscadas sagradas, a conseguir la paz del mundo y el fin del hambre, le piden que les toquen los ciegos (o las ciegas) y siempre está el clásico que me quede como estoy… Además, todas las primaveras le humillan en público en loor de senectas multitudes por unos pecados que ni siquiera ha cometido Él.

Pobre Dios. Porque digamos la verdad, lo tenemos engañado. Es un cabeza de turco y el pobre no lo sabe. Es más, se cree de verdad lo de que creó el mundo, cuando es de cajón (flamenco o de fruta) que hasta un Monstruo de Espagueti Volador podría haberlo hecho. También, la gente tiene como más devoción por las vírgenes, santos y cristos que por Dios en sí. La idolatría más cristiana-católica no cree en nuestro pobre Dios, sólo cree en las imágenes.

¿Saben? seguro que nuestros prehistóricos vecinos de Atapuerca se asombrarían de como llevamos en occidente lo de la transcendencia. Con lo bien pensados y resultones que eran los tótems. ¿Que te portabas mal? Venía el tótem del lobo a hacerse cargo con un festín de carne humana a tu cuenta y si no, los de la tribu se ocupaban de tus pecadores huesos; el mercado de los ceniceros de calavera tiene una larga tradición entre nosotros.

Es difícil saber a quién se le ocurrió la idea de encasquetarle a Dios el hacer de Dios, pero desde luego, gracias a Dios, es mucho más fácil quejarse a Él de lo mal que nos va la vida que quejarnos a un lobo o a un oso.

Recuerden que Dios no es consciente de que sólo sirve al ser humano como cabeza de turco, así que la próxima vez que Le vean por ahí no hagan la gracieta de « Hombre, si es Dios… el de Mecagüen ». Vive Dios que ya bastante tiene con su cruz.

Banda Sonora recomendada:

  • «Dios tiene un plan» x Siniestro Total – «La Historia del Blues» (2000).

El estado preocupado

Según lo que nos veníamos temiendo, el ser humano está destinado a estar preocupado. El estado natural de la persona es una sensación de estrés y de espera. ¿Qué esperamos? Esperamos a que empiece nuestro programa favorito. Esperamos que llegue el fin de semana. Esperamos que esa persona nos corresponda. Esperamos cobrar a primeros de mes…

Lo más frustrante es que cuando concluye la espera y tenemos o disfrutamos de lo esperado, el estado de desasosiego no termina, sólo se atenúa. Los pequeños hitos de cada día no colman lo que esperamos llenar. Nos llenan, a veces hasta arriba, pero siempre se vacían de nosotros. Después, sólo nos dejan su recuerdo y vivimos de nuevo la desazón, que no es otra cosa que revivir la sensación de plenitud que durante unos instantes, horas o días tuvimos.

Estamos como estamos y somos lo que somos

Pero, ¿qué hay de lo no vivido? ¿Que sucede con lo que no es un recuerdo, lo que es una idea? También esperamos que nuestras ilusiones se cumplan y lo pasamos mal porque no llegan a hacerse realidad. Parece que nuestra vida es esperar a que sucedan cosas y hacer lo posible por que se hagan realidad, aunque sea por unos instantes. Eso es, en definitiva, el tiempo: un cúmulo de instantes del pasado o del futuro a los que tenemos acceso aleatorio desde nuestra consciencia.

Todo, al fin y al acabo, para descubrir que la droga que mueve la vida es hacer cosas que nos llenen y que después nos dejen un repertorio de posos que nos convierta en lo que somos. No es tan extraño pues, que nos droguemos. Es otra meta de la que disfrutamos y que nos deja también posos de tipo más mundano (por no decir fisiológicos). Así que nos preguntamos ¿La droga es un simulacro de vivir? Nadie es capaz de estar continuamente lleno. Siempre hay compases de espera en esta loca melodía que nos toca vivir.
Si conocen a alguien que siempre está contento con lo que hace (no entremos en si está contento con lo que es), desconfíen: o les engaña o es drogadicto.

Banda Sonora recomendada:

  • «Drowned World (Substitute for Love)» x Marta – Demo de no-profesional.

Gracias al Sr.Bothman por la pose robada. Visiten su fotolog en compensación

Habladores y escuchadores

Simplemente: LO ÚNICO QUE QUIERE LA GENTE ES QUE ALGUIEN SE PARE Y LE ESCUCHE.* "¡Jei, haceime caso, payos!" *(demostrado por 1 de cada 10 otorrinolaringólogos)

Cuando una persona empieza a hablar sola, le quedan dos opciones: o dejar de hacerlo definitivamente o continuar hablando para sí misma, a pesar de toda esa gente que señala con el dedo en su dirección y cuchichea. Este último caso es el mágico paso de habladorlunático. Pero, no nos engañemos, el hablador necesita a un escuchador, al igual que el lunático necesita a la luna para aullar. No hace falta que exista comprensión por parte del escuchador. Con un ligero movimiento de cabeza y conatos de interrupción, que nunca lleguen a romper el flujo de palabras del hablador-lunático es suficiente.

Hablando sin palabras

Lo decía Freud y muchas madres y padres lo saben; vivir engañados es vivir felices. ¡Qué tragicómico! Sabemos que nadie va a llegar a comprender como nosotros mismos nuestras ideas pero, nos autoengañamos para seguir teniendo fuerza para difundir nuestra ideaología. Y es que todos somos la persona más interesante del mundo… para nosotros mismos. Es pues el oficio de hablador una manifestación integrista del ego, pero como de pacotilla.

Hablar y dar la chapa es un ejercicio de verborrea, pero el de escuchar es una práctica espiatoria, como el chivo, aunque en realidad sea expiatorio. Un buen hablador cuenta con el pacto tácito del escuchador. Para el resto, Dios inventó los blogs.

Banda Sonora recomendada:

Vencidos – Melancólico Miserere

*Extenso, sí, pero intenso y con dedicatoria. Recomendado a los cercanos.

¿Dónde estáis? ¿He empezado a correr solo y no me he dado cuenta? Joder, antes de comenzar esta guerra que llaman vida de adulto, creía que ibáis a estar a mi lado cuando decidiese avanzar. Además, precisamente ahora, en el mejor momento: tenemos independencia económica, hemos viajado, hemos visto, hemos probado, hemos hablado, hemos leído, hemos cambiado… Va a ser eso, que hemos cambiado. Pero, ¿cómo se puede cambiar tanto? Nos íbamos a comer el mundo, creo que hasta nos podríamos haber creado uno a nuestra medida por nuestros cojones.

Éramos imberbes intelecuales. Sólo nos faltaba un poco de mundo, tampoco demasiado, ya éramos bastante lúcidos. Teníamos ideas geniales y muchas veces las llevábamos a cabo. áCuántas veces nuestras ocurencias han salido en la tele! Nos han robado muchas ideas, demasiadas, por no hacerlas.

No nos creíamos nada y nos atrevíamos con todo. No se os podía dejar solos; de un día para otro habías liado la de Dios es Cristo. Alucinaba al verlo y me fastidiaba el no haber participado. No nos lo tomábamos demasiado en serio, no dejaban de ser experimentos, pero creíamos que había que hacer cosas, que teníamos que crear. No parar nunca. Si no había calidad, por lo menos que fuese en cantidad.

Pensaba que con el pasar del tiempo y la llegada la de la ansiada independencia comenzaríamos a ser los putos amos del universo. Será que no he querido ver que mis compañeros de guerra ya no participaban a mi lado en las batallas. Esas batallas ya eran sólo mías y no me he quería dar cuenta de ello.

De un tiempo a esta parte, siempre me he sentido en vanguardia dentro de esas contiendas, pero siempre os he sentido a vosotros en la retaguardia, reconfortando y apoyando sin palabras. También es cierto, que ante lo que para mí son ahora nuevas ideas, nuevas fromas de crear, para vosotros son sólo ideas extrañas. Creía que comprendíais (casi) todo lo que intentaba hacer. Pensaba que vuestras ganas de hacer cosas evolucionarían. Me decía a mí mismo que simplemente estabais cansados. La vida adulta es malísima para la salud y deduje que os dejaba exhaustos, pero que el rescoldo de la creación por el placer de crear seguía calentorro, como una gata en celo.

¿Derrotado o tenaz?

He intentado seguir con el estandarte bien alto en medio del campo de batalla. He caído a veces, pero he vuelto a batallar. Hace mucho que no ganamos ninguna batalla en esta maldita guerra vital, pero nunca me he declarado vencido. Derrotado, sí: destrozado, hastiado… pero de las derrotas se saca voluntad, o por lo menos se intenta.
¿Y vosotros? ¿Os habéis declarado vencidos? ¿Ya no hay nada por lo que crear? ¿Ya no creéis en vosotros mismos? Quizá sea un maldito inconsciente egoista y sólo vea lo que a mí me satisface. Ya he intentado muchas que me gusten el fúbol, la tele, la música de moda, los bares llenos, los cubatas y hasta una vez me planteé comprar un piso (y no es coña). Cuanto más me he acercado a todas estas cosas, más cerca de estar vencido me veía.

Es completamente imposible ser lo que se quiere ser, pero la intención de acercarse a esa utopía es la vida en sí misma. Es, en definitiva, la mejora del hombre por el mismo hombre, siendo él mismo protagonista de su propia historia. Antes, íbamos a ser lo que quisiéramos. Ahora sólo veo vencidos a mi alrededor y lo siento en el alma.

Ojalá no estéis vencidos, espero que sólo estéis descansando para el ataque definitivo. Ojalá (si no es juntos, por lo menos por separado) no dejéis de devorar ideas y de crear nuevas. Ojalá no os vea sólo en los bares. Ojalá sigáis bebiendo sólo cerveza.

Banda Sonora recomendada:

  • «Esta mañana he vuelto al Barrio» x Los Enemigos – Gas.
  • «Satélite» x Los DelTonos – GT
  • «Melancólico Miserere» x Siniestro Total – Policlínico Miserable

Dedicado a los que siempre habéis estado ahí y que seguiréis estando, a pesar de todo.

Vértigo (Entre los cadáveres)

En estas fechas tan señaladas en el calendario con números rojos para que los más creativos construyan puentes, no queda sino que acordarnos de los cadáveres. No de los difuntos, ni de los fallecidos, ni de tus muertos tan siquiera. Hay que acordarse de ellos, de los cadáveres que nos rodean.

Dicen que hay gente que se mueve entre muertos. Vivos (que no listos) que se dan cuenta de repente de que están rodeados de cadáveres. Para más INRI, resulta que les hablan, pero se les entiende a medias. Están como recien levantados, diciendo lo primero que se les viene a la cabeza, balbuceando y repitiendo las cosas que sabían hasta que un día, por desidia, se cavaron su propia tumba y se echaron a morir. Con vívida lividez campan a sus anchas por las calles; conducen coches, van a trabajar, compran casas y caminan presurosos disimulando su cadavérica esencia. Los vivos tienen dudas porque a veces, quizá demasiadas, se sorprenden contemplándose al espejo con la misma mirada vacía con la que miran los cadáveres que se cruzan en su camino. Es entonces, en ese instante, cuando surge el vértigo del vivo que duda sobre su existencia. Algo huele mal en Dinamarca

Dime, dime, calavera ¿Qué me espera esta noche?..

También, el vértigo llega cuando no hay espejo. El vivito y coleante se siente como en un páramo de masa terrosa o embarrada (según gustos y colores) rodeado por todas partes de cadáveres que no cejan en su empeño de repetir metódicamente los actos y rituales que les hacen sentir menos muertos. Tientan e incitan al vivo a que les acompañe. Que no sea tan raro, que ser cadáver les sienta tan bien… En suma, el vértigo de los vivos ante los cadáveres es fundamentalmente miedo a ser un cadáver y no darse cuenta.

Luego están los que resucitan de su cadaveréz. Normalmente más que vértigo, sienten miedo y cierta pesadez porque sus anteriores compañeros de cadaveradas se les echan a la espalda. Desde su posición de mochila-fiambre, indican al nuevo vivo que o bien, les lleve a otro lado (que lo haga por todos los años que llevan compartiendo tumba) o que no les abandone. Pocos sobreviven a estar vivos en estas circunstancias. Sólo los más fuertes son capaces de zafarse de los asombrosamente recios brazos de los cadáveres.

Ser cadáver o ser vivo. Esa es la cuestión.

Banda Sonora recomendada:

  • «Monstruos» x Siniestro ToTal – Popular Democrático y Científico.
  • «La otra orilla» x Los Enemigos – La Cuenta Atrás