Por similitudes y lugares comunes con posts recientes, hoy tratamos un tema que te preocupa a tí, que eres hombre.
En nuestro barrio, bueno, mejor dicho, el barrio en el que habitamos (que aún no nos lo hemos comprado) es costumbre ancestral lucir chándal. Chándal de día, chándal de noche, chándal de fiesta, chándal que te quiero chándal… Otra costumbre que suele tener la gente en el barrio y en más lugares del universo es la de orinar. El caso es que meemos donde meemos, al género humano masculino singular (conocido popularmente por su tendencia a cultivar la escatología) la combinación chándal-orinar le trae de cabeza. Siempre que surge la necesidad, se encuentra ante dos opciones:
- Sacar sólo la chorra.
- Sacar el gordo con las dos aproximaciones a relucir.
Claro, y es que la comodidad y el estar guapos tienen un precio. En ambos casos, la presión de la cinturilla elástica del pantalón del chándal es una molestia que ataca sin compasión a las señas de identidad más vulnerables del macho de la especie humana.
Cuando se presiona el conjunto paquetil (no confundir con ningún conjunto músico-bocal) desde debajo del escroto, como se expone en la segunda opción, puede darse, en el caso de que la micción dure bastante, que a mitad de faena comience el conocido dolor de huevos. Para evitar esta eventualidad, siempre se tiende a llevar el elástico lo más cerca del perineo, con el sobreesfuerzo que supone tirar del elástico de los pantalones y del de los calzoncillos a la vez. Llega un punto en el que esta acción puede llegar a ser peligrosa si la goma elástica se rompe. Cabe la posibilidad, si la tensión es excesiva, de que se pueda sufrir además una mala irigación sanguínea en los glúteos.
Esta opción del todo-fuera no es aconsejable al aire libre en invierno, pero muy recomendable y satisfactoria en verano.
Por otro lado, la opción de sacarla en solitario evita la presión excesiva sobre la zona inguinal, pero si uno no la tiene bien sujeta con la mano se corre el peligro de que provoquemos el efecto catapulta, con el que regaremos de orina nuestro propio rostro y parte del baño o servicio público en el que nos hallemos. Otro de los incovenientes de esta opción es el aplastamiento parcial de la uretra que nuestro amigo el elastiquillo del pantalón puede provocar si no estamos a lo que tenemos que estar. La presión excesiva de la orina producida por la reducción del calibre de nuestra uretra crea una sensación de quemazón bastante desgradable que desde estas líneas no deseamos a nadie.
Ningún acto es casual y las cosas no suceden porque sí. Hermanos hombres, si sufrimos al mear (sin tener problemas de próstata) es porque no le damos la suficiente importancia al acto de orinar. Y digan lo que digan, los pelos del culo abrigan.
Banda Sonora recomendada:
- «Mi agüita amarilla» x Molotov – «Con todo respeto» (2004). Versión de la canción de Toreros Muertos
Dedicado con todo mi cariño a Gloria, que tanto disfruta con mis fotos y que tanto se desilusiona cuando descubre que la bestia también habita en mí aunque no lo parezca.
Gracias a PITILLO IGOR por la excelente ilustración con la que adornó el chamizo y que ahora ilustra e ilumina esta entrada.
El Hombre con el Rabo de Acero Cromado es una creación original de PITILLO. Todos los derechos quedan revocados. Que salgan los tanques a las calles.